En Granada...
Cuesta arrancarse de Madrid, pero lo hice. Me quedé en la puerta, mirando la esquina de la Calle del Espino a ver si se asomaba o volvía, y no apareció nada.
Pero cuando el coche arrancó (hasta los topes de cosas) rugió la ciudad, le sonaron las tripas al cielo y comenzó a caer el agua. Muy fuerte, y pude llorar yo también al llegar a la Glorieta.
Hay que ser fuerte Andrea, hay que ser valiente. Me voy de Madrid a mitad, y tendré que volver, seguro, aunque ahora no sepa ni cómo lo haré.
Ya en casa, me tomé el par de valerianas y me fuí a la cama. Mi madre y yo no tuvimos fuerzas para sacar todo del coche, y esta mañana tocaba...tengo el cuarto lleeeeeno de cosas que me van a comer.
Esto asusta, pero el que no arriesga no gana.
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