Ayer probé el mate. Es un sabor raro, con un olor que me recuerda profundamente a la hoja de plátano hervida.
Tiene pinta de que el retiro se va a convertir en mi dulce hogar este año.
Anoche, fue el cumpleaños de Anne, comida, bebida, fiesta e incluso tarta.
En el Blue note noté que Eleno se quedaba dormida de pié, me dan ganas de matarla cuando le pasa eso, pero sé que es superior a ella y lo dejo estar apaciblemente hasta que algo la espabila.
La idea era ir al Penta, porque sabíamos que a Anne le iba a gustar, pero no, mucha gente. Fuimos al otro bar, literalmente. Bailamos a voces canciones de hace puffff o más, y las falsas guitarras florecían en nuestras manos. Si no puedes con el enemigo...:D
Éramos una mezcla extraña de personas, una música rara, la cara del principio de las canciones entre Eleno y yo era de "y esto?" pero te enganchas a chillar lo que suene.
Nos echaron como pudieron y terminamos en un sitio que yo había estado hace un año y que entre todos nos miramos diciendo...ha sido un error. ¿Sabéis cuando todo el mundo está de subidón y algo o alguien o un sitio hace que todos quieran ir a casa pero nadie se atreve a soltarlo el primero? Así fue.
Las cosas hubieran sido distintas si la cola en el BarCo o en la Ofrenda no hubieran sido tan largas.
El regreso a casa, subiéndo por Velázquez fue para la reflexión...paso por la puerta de Gabbana y veo los cochazos, el portero-croissant de traje...y un grupo de chicas que se arremolinaban a un lado de la puerta. Éramos polos opuestos.
Solo escuché un segundo de la conversación, una sola frase que me llevó a pensar que efectivamente eran todas más tontas que mandadas a hacer. Me recogí el pelo, saqué las llaves y pensé que me alegraba de que el camino de vuelta a mi casa hubiera sido tan largo. Habrá que empezar a preocuparse cuando tarde solo dos minutos en llegar a mi portal.
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