Como ya dije, estuve la semana pasada en el 10 aniversario del Centro de Arte José Guerrero.
La verdad es que bien. Pasé allí unas cuantas horas pero imposible quedárse hasta el final. Llegamos Alhambra y yo de las primeras para alcanzar en la planta tercera una sesión de música instrumental de Dal Verme, ahí tenéis el link a su espacio en myspace.
Era curiosa una sala de gente (posteriormente Alhambra me informó de que eran los modernos de Granada de tal tienda, tal bar, tal librería...) allí escuchando aquello. Este hombre sentado con lo que yo reconocí como un sintetizador (lo cual no tiene que significar que sea exactamente eso), y detrás una gran cristalera que daba al tejado de la catedral.
En el ambiente...la música experimental. Yo me senté en el suelo a apuntar cosas y siento que alguien va siguiendo el ritmo con el pié.
Vamos a ver, alma de cántaro. No se puede ser TAN moderno. Es decir, yo no soy una experta en música experimental, pero algo básico sé. Es curioso porque se parte de algo que puede tener un ritmo ( no ha de ser una melodía) y se llega hasta distorsionarla tanto que toda la base rítmica se pierde y no reconoces lo que en efecto estás escuchando.
A decir verdad, esto es lo que me interesa de esto de la música experimental; la experimentación, pero experimentarlo personalmente, no me cunde. Es la segunda vez que voy a ver un concierto de esta clase y siempre estoy hasta el final (como aquella vez que ya conté en el círculo de bellas artes, que nos quedamos 5 personas). Pero me interesa más el proceso que el resultado, sin duda.
A lo que iba. Que siento los golpes en el suelo del tio (arrítmicos golpes también), y le miro y ahí lo tienes: sus gafas de pasta, su barbita, su súper cámara...un moderno.
Lo cierto es que durante el concierto en la sala se oían varios comentarios, es lo que tiene el arte, que levanta pasiones.
Vimos luego dos performances, una de Carmen Seglares "quisiera yo", y otra de M.A Melgares. Bastante interesante la experiencia de estar en medio.
Al margen de eso, merece la pena ir allí y ver el video de Jose Guerrero pintando, me encanta. Que por cierto, willy me comentó que lo trajeron ellos a raíz de unas jornadas que se llamaban "el cine piensa el arte", merece mucho la pena ver esa grabación de él lanzándose sobre el cuadro como entrando a matar, como si fuera a saltar sobre él.
El rojo de José Guerrero.
Y poco más.
Se empezó a llenar y ahogaba el hambre, cervecita, tapita y los Chacón-Requena, que da gloria verlos siempre.
Y después...por las calles de Granada, encuentros en la tercera fase...es que esto es mu chico mu chico...
Nota: la iluminación de la salas, regular, ya no por la iluminación en sí, si no por el sistema. En vez del clásico riel disimulado, por el que yo por cierto abogo, estaba este perfil de placas circulares para enganchar el foco de turno. Una pena, porque cuando (como en este caso), no necesitas muchos focos, al final tienes todo el perímetro de la sala repetido en el techo lleno de placas vacías. No sé, me resulta feo.
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