Una sabe cuando le están leyendo y cuando no.
En el blog es muy fácil, si quieres oír lo abres si no lo cierras. Ojala fuera tan fácil con la gente, tan poco hiriente en realidad. Ojala fuera tan fácil con uno mismo, tan fácil cerrar el pico como dejar de escribir algo en la tranquilidad de un cuarto.
Hace unos días escribía que no quería quedarme solo con la ilusión (o algo así era). Y no ocurrió. Salí a pasearla, a alegrarme yo y ayudar a que se alegraran los de al lado. Cumplí con lo que debía de algún modo y me di cuenta de que no me costaba tanto.
Hace un tiempo, hace ya, vi frente a mí el miedo a que todo se derrumbe ahora que por fin sabes lo que quieres. Lo vi y no lo entendí, la verdad. ¿Cuál es el miedo a que se joda algo de antemano? Es el miedo a intentarlo, a fallar como fallamos todos, a que no sirvas. Eso lo aprendí más tarde.
La cosa es que here I am, doing the same I did during my penultimate night in NYC. Es por eso que no le cambio el nombre al blog...NY supuso muchas cosas que sigue suponiendo.
Así es, tras un día de hacer mil cosas, intentar comprender, intentar ser comprendida con cosas que son evidentemente lógicas (tan simple como NO todo el verano NO, y SI, económicamente compensa), tras pasar la tarde por ahí contando lo divino y lo humano en estos 3 meses, teniendo calor y frío por el camino y con las risas y las penas mías y de los demás, volví desde la estación de autobuses andando...el planteamiento fue:
hacia donde vamos?
-Al centro
-....mmm...son 2 euros...
-un paseito?
Hasta con esas cosas te ríes...compae, el día q mueva la mano y llame a Alfredo para que me recoja te invito a merendar en el Palace con los vaqueros arrastrando y las zapatillas sucias. Si, se lo que quiero, lo más caro, aunque sean alcachofas.
Al rato nos volvimos a reír, sabiendo que ni así iríamos al Palace, al final termina uno en los mismos sitios con más dinero o con menos, un día vas al súper restaurante, pero al final...la napolitana de chocolate no te la quita nadie.
Pasa la tarde, y me doy cuenta de que las 18 no son las 8. Esto que es obviamente una estupidez, es algo que me ha pasado desde mi más tierna infancia. Una vez monté un pollo enorme porque mis padres no volvían al laboratorio y eran las 20.00. Yo me había dormido en una silla de esas que giran y al despertar asocié las 20.00 con las 10 de la noche. Para qué queremos más? Pensé que mis padres me habían abandonado entre un montón de experimentos y luces rojas. Pobre Fermín, no sabía ya cómo explicármelo. En mi defensa para esa ocasión diré que era muy pequeña. Para las que me ocurren ahora no tengo ninguna. Soy consciente de que a nadie de mi edad le pasa ya, pero me preocupa igualmente cuando quedo.
El caso es ese. Deshacer dos maletones de 3 meses, filtrar, buscar entre todo el bulto que dejé al irme lo que sí vale y lo que no, y volver a hacerla...cosa que no he comenzado aún pero creo tenerlo todo más o menos controlado.
El frío impropio y despiadado de estos días hace que mi maleta sea más complicada, pero también más variada. Tu sabes...un poco de todo.
Mañana regreso con las ideas claras, al menos eso espero. Con cosas que hacer y que ir arreglando.
Madrid Me Mata, ciertamente, pero te da la vida como ninguna o al menos, como decíamos hoy, te da espacio. Que ya es. Solo le falta…una estatua del chikilicuatre.
1 comentario:
saludos guapa,
disfruto leerte,
un abrazo!
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