I know…totally belated, pero aquí estoy.
A pesar de que cada vez que me pongo a escribir me dan ganas de comentar otras cosas, tengo que hacer todo en orden.
La vuelta a España fue como flotar un poco en lo perdido durante 3 días.
Llegué a Manhattan con todo ese calor, Mcdougal St, a casa de Lola. Conforme llegué salí pitando a mi antiguo barrio a recoger mis cosas…si…2 maletones y yo. East village estaba lleno de gente con ganas de estar en la calle, y de paso de ayudarme con las maletas…ese es el NY que más echo de menos.
Los días que siguieron fueron de compras, despedidas, visitas aceleradas y muchas miradas hacia el cielo. Especialmente el último día que corríamos de tienda en tienda bajo la lluvia con bolsas y cada vez menos dinero en el bolsillo. ¿Merecieron la pena las compras? Quiero pensar que sí. Creo que sí.
Taxis corriendo, atascos por Queens, mensajes de última hora y una despedida en el aeropuerto. En esa pequeña sala se hacía de noche para decirme adiós, o más bien hasta la vista.
Cuando sentí (finalmente) despegar el avión, los pies se me levantaron del suelo y sentí que una parte de mí y de lo que había sido mi vida ese tiempo se quedaba bajo la lluvia de la más gris de las ciudades, la gran manzana, la ciudad de tu vida.
Si, me enamoré de NY como se enamora una de los grandes amores que pasan por tu vida, de esos que te destrozan y te vuelven a construir, los que no es posible en ningún momento que te sean indiferentes.
Sus calles, su olor y sus ruidos van a quedarme para siempre, tengo hambre de un enorme bocadillo, un baggel en Brooklyn, un donut en Chelsea de camino al trabajo, y música a cada paso. Voy a echar de menos los ruidos de los coches, el frío, el viento, la humedad, las ratas del metro, las prisas, y lo falsísima que es la gente.
La vuelta, bueno todo el mundo (es natural), pregunta por el regreso, por cómo me siento y todo eso. Qué decir, teniendo en cuenta que realmente no tengo aún un sitio mío en Madrid, la llegada no es muy real, pero no siento que me haya costado mucho, otro gallo cantará cuando me ponga a trabajar y tenga que organizarme en el piso nuevo. No sé si me explico.
Madrid para mí es una dinámica, y aún no la tengo.
Por otro lado, cuando lo echo de menos, tengo a alguien cerca que lo entiende y que comparte cierta melancolía pero me hace recordar lo mucho que me gusta estar aquí, así las fotos en la puerta de Alcalá o en correos ayudan a no olvidarse de cuánto lo eché de menos cuando estaba tan lejos…si, esto no está nada mal, y el verano trabajando y en buena compañía será divertido. Pasará y vendrán más y más cosas, pero siempre siempre…only in NY.
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