8 sept 2010

El perfecto director de museo

No fui a Niu, pero esto no quedará así.
En cambio, sí que fui ayer a Setba Zona d'Art, a ver una expo colectiva de arte emergente. Mañana, cuando edite el video os cuento...
Por otro lado, estaba buscando textos hoy en referencia a un tema que también explicaré más adelante, y me encuentro con esto:

El gran problema de nuestros museos y centros de arte de titularidad pública es, sigue siendo, la elección de director. Cómo dar con la persona adecuada, alguien con personalidad pero que no imponga sus gustos, que sepa de arte y que organice las partidas presupuestarias. Un gestor independiente y profesional, pero, sobre todo, al margen de los avatares políticos, que no se vea obligado a dejar su puesto con un programa a medias, y cuyos proyectos no se pierdan en el baúl de la burocracia. Que no sea, en ningún caso, un funcionario del poder. La respuesta no es sencilla. 

Bajo esta idea, 7 expertos opinan. Entre ellos Valeriano Bozal y JAR (Juan Antonio Ramírez) del que ya escribí en su día y en su memoria.

Me parece curiosa las reflexiones y el ánimo del texto. Hay que tener en cuenta la fecha de publicación, (10/10/2002), pero aún son válidas. Después de ser testigo público (como todos los que nos interesa esta "revista del corazón" que es el mundo del arte), de varios cambios de dirección en museos, centros de arte, ferias, etc...llego a la conclusión de que la idea es muy bonita, pero poco viable. 

En resumen es que se debe alejar de la política, el amiguismo, y demás oportunidades propagandísticas. Pues me quedo con estos trozos, y con la idea utópica mientras sigue la partida de parchis (del "y tiro porque me toca" y del y "me como una y me cuento veinte").

"A los directores no se les debe nombrar nunca por afinidad política o de género, simpatías personales o conveniencia coyuntural.

Los nombramientos deben surgir como resultado de un concurso público, abierto a los profesionales y anunciado en la Prensa. Los candidatos deben decidir por sí mismos si se presentan al concurso, no ser invitados o “animados”. El tribunal debe de estar formado por profesionales independientes de las diferentes especialidades que abarque el museo o institución, así como por algún técnico especialista de la Administración que promueve el concurso y, si el museo es de Arte Contemporáneo, no estaría mal contar con la presencia de algún artista de reconocido prestigio y un representante de la Asociación de Artistas como “observador”."

María de Corral.

"Los museos, y muy especialmente los de arte contemporáneo, no son ya aquellos templos venerables donde se guardaban tesoros creativos inmarcesibles. Son, más bien, fábricas de arte, instituciones arriesgadas que detectan e impulsan cosas impensadas. Elaboran criterios interviniendo de modo activo en el proceso creador. En vez de limitarse a conservar lo que el tiempo ha reconocido como valioso, actúan como verdaderos mecenas, encargando exposiciones (obras, acciones, instalaciones, etc.) y sustituyendo así a entidades promotoras tradicionales como la Iglesia, el Estado o los coleccionistas particulares. Estos nuevos museos no necesitan tener al frente a probos funcionarios de comportamientos previsibles sino a espíritus sensibles y audaces, capaces de detectar con agudeza las tendencias y de distinguir en la vorágine de la creación contemporánea qué es lo más relevante."

Juan Antonio Ramírez.

Dice Delfín Rodriguez: "Pues la verdad es que, a estas alturas y desde hace muchos años, da igual el perfil, características o atribuciones y funciones de un director de museo. Siendo todos magníficos y estupendos, con trayectorias académicas o de gestión contrastadas y reconocidas, en realidad sus nombramientos y permanencia en el cargo son arbitrarios. Es decir, dependen de lo decidido por otros, los que sean. Y así debe ser. Además, no hay mayor aburrimiento que presenciar durante años y años el mismo rostro en un cargo. En todo caso, se me ocurre que sus nombramientos deberían estar sujetos a períodos legislativos. No pueden estar por encima de las consultas democráticas, de las elecciones, como perforando la vida y la sociedad. Esto da agilidad, permite los cambios, nos entretiene a todos. Es más, esto constituye una especie de liberación previa para el nombrado: saber que se puede y se debe ir en cualquier momento"

... hace una ligera reflexión histórica, y acaba diciendo: 

"Quién se acuerda de los directores-artistas de la Academia? Pues, eso. Mucho cambio, agilidad, traslados, etc. El secreto y su alta función pertenece a otros y estos al poder democrático. Lo que decía al principio: da igual."

 Pues hombre, qué quieres que te diga, es una visión...realista pero creo que las razones son malas, muy malas, pero en mi opinión, da pena.

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