Foto de escapist |
En el mundo del arte hay tantísimos proyectos vacíos que da
hasta miedo.
Proyectos que desde fuera parecen hasta interesantes y que
cuando has trabajado dentro o tienes un compañero metido en ellos y te cuenta
las tripas te dan ganas de morirte.
En una ocasión, una persona con la que trabajé me dijo que
así eran todas las empresas, y tonta de mí, le creí.
Afortunadamente he podido constatar que no es cierto, y que
de hecho se gana muchísimo, pero muchísimo más dinero haciendo las cosas bien.
Lo cual me hace pensar, que hasta el que va de empresario
culto-mecenas en este país es un gitano. Porque así somos, o mejor, así semos.
Un factor común de muchas de las galerías, centros de arte,
fundaciones, salas de exposiciones y demás y demás, que conozco de manera
directa o indirecta, es que a la cabeza está mucha gente que yo calificaría no
como mala o avariciosa, si no como obtusa. Te encuentras en ocasiones equipos
internos de gente con ganas, joven, formada y con necesidad de aprender, y que
su mejor opción es meterse en un sitio que suena muy bien y las paredes son muy
blancas, pero que están dirigidos en ocasiones por gente muy muy ignorante.
Gente que escucha campanas y no sabe de donde vienen, leen artículos a medias,
brincan entre blogs y atan cabos nada más que regular. Y con todo eso hacen un
discurso que a duras penas se sostiene, que repiten hasta la saciedad, y que
además está mal redactado.
Con esto no quiero decir que sea una regla que se cumpla
siempre, y no puedo decir que todos, ni la mayoría de los sitios donde he
trabajado fuera así. He tenido la suerte de estar con gente muy profesional,
que llevaba muchos años, y que con sus dificultades y sus virtudes, me han
enseñado mucho.
El problema para mí es que mueren y renacen mil proyectos
muy cojos, muy inútiles y en el fondo ligeramente peligrosos para el arte
contemporáneo, y que dificultan seriamente el trabajo de profesionales del
sector que conocen y aman su labor.
Yo no soy tan tonta como para dar nombres, pero estoy segura
de que a mucha gente que por H o por B conoce el mundo del arte contemporáneo
sí que se le ocurren algunos.
Al fin y al cabo, lo que yo vengo es a pedir una cosa: Por
favor, no moleste.
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