15 abr 2008

NFT (Not For Tourists)




Se pueden tener cuatro tortugas y que una de ellas se muera y te de igual. Hay ancianos que se mueren de la pena en una gasolinera, o en un parque hasta que llegue la hora de cenar otra vez, otro día.
Hay gente que no se baja cuando la línea del metro acaba, o que bebe café en los diez minutos libres aunque no le guste el sabor.
Aquí en Nueva York, hay gente que no aguanta andar en sus propios zapatos, y lleva otros siempre encima para aligerar el dolor de no rellenarlos.
El arte no se respira en los museos ni en las galerías, y la genialidad acaba en insulto a la estética en Times Square.
Cuando se acerca el momento mi lucha se extingue, el cuerpo me pesa y caminar resulta un sinsentido que me lleva a dejarme rodar.
Aquí tienes más lugares que en Madrid para intentar volver a subir al sueño que fue, y puedes ir a comer, o a ver a Pollock, o subir a lo más alto de una torre. Pero cuando la fuerza se apaga como la luz del sol, las farolas se encienden y las luces de propaganda brillan tanto que no puedes intuir la noche pero si sentirla, entonces, entran los bichos, saltan las tortugas muertas y el anciano no deja de chillar para sentir que hay alguien.
Luego se siente que va a volver a ser de día, las voces se callan y la calma vuelve, y la ciudad te pone la cara amable y se abren las puertas gratis, y el chocolate caro se regala en la 5th avenida. Y te parece que te vas a salvar. Pero sigues sentado en la gasolinera.
Me encantaría invitar a una caña, morder el pan, oír el ruido en la calle, y el hachís en el bolsillo del de al lado. Incluso eso lo puedo hacer en NY, es cierto, esta ciudad te da tantas posibilidades que ni tu las controlas. Te ofrece y cuado eliges no la tienes ya, olvídate de tus razones, porque va tan rápido que siempre te vas a quedar atrás. Será eso lo más encantador, supongo.
Los periódicos están en las puertas de las casas en Brooklyn, metidos en plásticos azules que hacen que ni las noticias sean frescas.
En ninguna esquina hay calma, y la sombra del que viene por detrás a empujarte está a cada paso, en cada plato.
Conozco a gente aquí que ya es vieja, que vino joven, que se enamoró de las aceras, de la dulce libertad de otras décadas y no quiso seguir andando. Esta gente no sale más que para cenar, conocen mil sitios, y en todos han estado pero no vuelven. Tomarse una copa solo en el bar, no es malo, ni te señala, porque todos sabemos ahora que hacer amigos es difícil, y más aun siendo nómada.
El más cercano a mí me decía que no le queda nadie en NY, que ya no tiene amigos, que todos se han ido o se fue él. Pero todos los días sale, y vuelve a casa vacío o lleno, directo al baño. Agua fría.
Fue mi jefe, un día que se vino persiguiendo lo que no conocía, lo que más deseaba, lo único que necesitaba, el que me dijo que se había hecho viejo aquí. El adora esta ciudad, si lo piensas, tu también, pero me decía que no encontraba manera de defenderla. Con el paso del tiempo, no sabía qué decir de ella para explicar lo exuberante que es. Yo tampoco. Tenéis que venir.

3 comentarios:

Elena dijo...

Me ha gustado este post, little flower. Pero no puedo evitar intentar comprender si lo has escrito en positivo, en negativo, o todo lo contrario... ¿cómo estás? Beso.

Elena dijo...

*donde pone "comprender" lee "descifrar", que es mucho más apropiado y elegante :-P

Andrea dijo...

oooooh que lo lee mi niña! q bien q bien!
Bueno, la verdad es q lo escribo en el sentido q lo siento, para mi NY es todo eso, es un sitio q hay q verlo, hay q vivirlo y q tiene muchas cosas buenas pero q en cierto modo acaba bastante conmigo.
Lo principal es q lo recomiendo, pero aviso. Por eso digo q no es para turistas, xq no es esa la sensacion q tienes cuando vienes unos dias, o al menos no fue la mia la primera vez q vine. Es la mia al vivirlo dia a dia. Captas, querida? XD