17 oct 2009

Signos



En Barcelona hace frío hoy.
Iba a hablar de que ayer me fui a casa de mi primo a cenar con él y con mi sobrino Manu, que es un niño genial y muy divertido. He decidido encargarme de que Manu sepa lo que es tener primos mayores, no mentores ni nada, si no gente que te quiere pero que te hace rabiar y aprendes a defenderte, gente que te defiende y te enseña cosas. Aunque él ya sabe muchas más de las que yo puedo contar aún.
En fin, iba a hablar de anoche, y de lo bueno que es tener familia cerca y lo extraño que es al mismo tiempo, es la primera vez que vivo en la misma ciudad con familiares que no sean mi padre y mi madre.
Pero ha ocurrido algo hoy curioso. Mariella y yo hemos tenido hoy una conversación con un sordo mudo. Lo cual demuestra que si quieres, puedes.

Estábamos en un bar bastante chungo de la Barceloneta (la idea inicial era ir a comer pescado, bueno la mía porque a ella no le entusiasma, pero un problema monetario se interpuso en nuestros planes), esperando por nuestros platos combinados de dudosa procedencia, rodeadas de 4 pescadores curtidos, y sus respectivos cigarros llenos de ceniza que caía de cuando en vez al suelo.
Digamos que rompíamos un poco en el ambiente. Y ahí en la barra un hombre aseado, mayor y con la piel clara, nos pasa los platos de la barra a la mesa (una distancia de un metro). No es camarero, está tomando un refresco. El del bar me dice "le hace ilusión ser camarero, y hombre, por un dia que lo haga..." y se lleva un dedo a la oreja y otro a la lengua con expresión de lástima.
A partir de ahí podríamos desarrollar un drama estupendo, pero no. No tengo ni la más mínima idea de cómo, Mariella comienza a hablar con él, nos cuenta que su padre era patrón de barcos (nos lo verificó luego un pescador) y que como él no puede navegar trabajaba remendando redes. Que usa mucho el ordenador, porque así no tiene que hacer esfuerzos para hacerse entender, y que el móvil, pues por mensajes. Pero es que este hombre tenía gracia hasta hablando por señas.
Al final resulta que tenemos su teléfono por si un día queremos pescado fresco, que se lo avisemos y nos lo trae ahí a la cafetería, y que cuando venga el novio de Mariella (que el del bar le conocía) va a traernos de todo...dime tú si la vida no es curiosa.

Volvimos andando hasta la moto y nos paramos un poco a ver el mar, un día precioso, pero demasiado frío. A mí es que estos cambios de presión me dan un sopor...

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